El propóleo es una sustancia fabricada por las abejas a partir de las savias y resinas de los árboles, que mezclan en su boca con cera y secreciones salivares y utilizan para reforzar la estabilidad de la colmena, sellarla y defenderla  frente al ataque de parásitos, virus y bacterias. Las abejas, incluso embalsaman los cadáveres de los animales que consiguen entran en la colmena con propóleo para que estos no  se pudran y la infecten.

A partir de esta sustancia, se obtiene la tintura de propóleo, elaborada al mezclar, macerar y filtrar el propóleo (en proporción variable entre el 5 y el 30%) con alcohol etílico de 70% o con glicerol. Se puede utilizar directamente la tintura, o recurrir a la multitud de preparados formulados a partir de esta: mezclas con otras sustancias o extractos, jarabes, cápsulas, comprimidos para chupar, pomadas, ungüentos, dentífricos…

El propóleo tiene una composición química muy compleja que incluye diferentes principios activos, entre los que destacan los bioflavonoides, sobre todo la galangina. Básicamente se compone de un 50-55% de resinas y bálsamos, 30-40% de ceras, 5-10% de aceites esenciales, 5% de polen y 5% de materiales orgánicos y minerales.

El propóleo ha sido utilizado tradicionalmente por sus propiedades antibióticas, antibacterianas, antisépticas y fungicidas para tratar diversas infecciones. Se le considera un gran inmunoestimulante. Se recomienda especialmente en caso de afecciones respiratorias, irritaciones de garganta, dolencias de oído, enfermedades o aftas y llagas bucales, infecciones vaginales o urinarias, a nivel externo para cicatrizar, desinfectar y desinflamar  heridas, quemaduras y en otras afecciones de la piel… A utilizar siempre que las defensas del organismo estén bajas, y como preventivo, curativo y fortalecedor en gripes, resfriados, y catarros.

En la herboristería sabrán recomendar que preparado de propóleo puede adecuarse a las necesidades y particularidades individuales.