La aromaterapia es la disciplina terapéutica que utiliza las propiedades de las moléculas bioquímicas de los aceites esenciales extraídos de las plantas aromáticas, para restablecer el equilibrio y armonía de cuerpo y mente en beneficio de la salud. Los aceites esenciales son la parte volátil extraída de las plantas aromáticas  a través de destilación por arrastre de vapor de agua.

Desde tiempos inmemoriales, los aceites esenciales han formado parte de las terapias utilizadas por chinos, egipcios, hindúes, griegos y romanos. Hipócrates utilizaba sahumerios fragantes para librar a Atenas de la peste y los soldados romanos se bañaban en aceite aromático y se masajeaban regularmente con la creencia de que ello les mantenía fuertes. La escuela de aromaterapia más antigua nace en la España hispano-árabe en los siglos IX, X y XI. Se cree que la aromaterapia como técnica terapéutica pasó a Occidente durante las cruzadas, pues los registros demuestran que los aceites esenciales fueron utilizados para combatir la peste en el siglo XIV. Para el siglo XVI y XVII la aromaterapia ya era muy popular entre los grandes herbolarios europeos, pero no fue hasta los siglos XVIII y XIX en que los científicos fueron capaces de identificar muchos de los compuestos o principios activos de la química vegetal.

El término “Aromaterapia” lo utilizó por primera vez en 1928 el bioquímico francés René-Maurice Gattefossé. Posteriormente el Dr. Jean Valnet, cirujano de la armada francesa, utilizó la aromaterapia con soldados heridos en combate y con pacientes de un hospital psiquiátrico, publicando en 1964 un libro llamado «Aromathérapie», considerado todavía como la “biblia de la aromaterapia”. Por los años 50 la bioquímica y terapeuta austríaca Margarita Maury creó las primeras clínicas de aromaterapia en Bretaña (Francia) dónde se utilizaban aceites esenciales en el masaje terapéutico.

 

¿Pero, cómo funciona la aromaterapia?

Los aromas derivados de los aceites esenciales de las plantas entran por la nariz alcanzando la mucosa olfativa, lugar en que están las células olfativas sensoriales, las células de sostén y las células basales. El moco acuoso es el que se encarga de transportar los aromas a los cilios (pequeños apéndices móviles que están en las células), y estos transforman los olores en señales químicas. Estas señales químicas son conducidas por unas células receptoras especiales hacia el sistema límbico y el hipotálamo. Al poco tiempo, gran parte de la señal olorosa alcanza la corteza cerebral haciéndonos tomar conciencia del aroma percibido. De esta sencilla manera, el cerebro establece una fuerte conexión entre ciertos olores, emociones y memorias y responde a ello de una manera predecible, pudiendo así beneficiar a nuestra salud.